LA
MEJOR MAESTRA, LA VIDA
Valladolid
13 de Noviembre de 2001
Queridas hijas pedagogas, maestras de las primeras letras, expertas en
el arte de desasnar niños: No cabe ni es posible la duda de que los maestros
son absolutamente imprescindibles; pero, por supuesto, no sólo los profesores
enseñan, la mejor maestra es la vida, el vivir.
No nacemos sabiendo, venimos al mundo cargando una ignorancia
monumental, lo que llamamos inocencia, pero caminando por la vida, al final, si
tenemos suerte, si nos hemos aplicado, si hemos preguntado y escuchado, si
hemos reflexionado, lo más probable es
que algo aprendamos, al menos lo ignorantes que éramos, lo que es una enseñanza morrocotuda, puesto que podemos
pasar de necios a sabios.
Aunque los jóvenes lo pongáis en duda, o no lo creáis en absoluto,
envejecer hace más sabios. Eso es, al menos, el proceso habitual. La mayoría de
los humanos experimentan con la edad algo semejante al crecimiento del
"taliento en el celebro".
Es como si poco a poco se fuesen colocando en orden los datos dentro de la cabeza y empezamos a
entender mejor el mundo. Con el talento crecido te entiendes mejor a ti mismo,
a tus actos y a los de los demás. Envejecer
es un proceso impepinable que no nos hace la mínima gracia, porque
nos va orillando ala frontera del más
allá, y en el camino te obliga a
despojarte de innumerables cosas maravillosas: del futuro, de los seres queridos, de tu pelo, de tus
dientes, tu memoria, tu cuerpo firme y sano...Pero por lo menos sabemos más.
Las carnes se te caen, pero el conocimiento sube, así como lo experiencia, que
es la madre de todas las ciencias. Es la única ventaja que he encontrado al
envejecer, pero la tal ventaja no es moco de pavo.
Hijos, vosotros en vuestro ir viviendo tratar en lo posible de soslayar a los maestros negativos, que no son pocos,
es más, el camino estás sembrado de ellos.
Besos
y abrazos
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