EL FERVOR POR LO MÁGICO Y MARAVILLOSO
Valladolid 5 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: En nuestro
México lindo y querido el día de los difuntos se celebra en mezcla de ritos
católicos y mitos indios de muy diferente y sorprendente manera que, por
ejemplo, en España, que el tema de la muerte se toma más en serio.
Allá el “día de los muertos” las
almas de los difuntos regresan al mundo de los vivos, y para facilitarles las
cosas y que se sientan contentos y agradecidos les señalan el camino con
pétalos de rosas, velas y ofrendas de lo más variadas. O sea, que en vuestra
tierra la celebración del día consagrado a los fieles difuntos lo hacen por
todo lo alto, sin reparar en gastos, con ofrendas, ritos, liturgias y
celebraciones de lo más variadas, todo con tal colorido, tal riqueza folklórica
y costumbrista que desde luego, no existe otro país en donde el culto a los
muertos esté tan arraigado y con tantas manifestaciones como en México, ya que,
verdaderamente, a extraños, incluso a los propios mexicanos asombra el modo de
honrar a los muertos.
A esta celebración acuden muchos
visitantes y lo que más les llama la atención son los cementerios iluminados y
llenos de multitud de ofrendas. Lo que sin duda no faltan son flores a porfía,
candelarias y alimentos preparados, platos típicos, atole, tamales, chocolate,
calabaza dulce, pan de muertos, calaveras de azúcar de todos los tamaños que
suelen tener el nombre del difunto, sin que por su puesto falte el alcohol,
cerveza, pulque. Hay difuntos de distintas categorías según la causa de la
muerte, natural, accidente o asesinado.
No sólo se manifiestan en los
camposantos, también lo hacen en las casa particulares en las que se improvisan
altares con imágenes de santos, se cubren los espejos, se coloca la foto del
difunto sobre un mantel blanco en el cual se deshojan flores llamadas
cempasúchil. También se colocan sombreros, rebozos y otros objetos que usaron
los difuntos, tales como utensilios y herramientas de trabajo. Por supuesto, no
pueden faltar los alimentos y bebidas preferidas de los muertos. De los alimentos
los difuntos sólo toman la esencia de lo sólido da buena cuenta los vivos. Si
el fallecido es un infante en las ofrendas se incluyen juguetes de barro o
madera, arroz con leche, pan dulce gelatinas...
En tales ofrendas manifiestan
gran riqueza espiritual y artística, puesto que hay ofrendas que son verdaderas
obras de arte popular que expresan el fervor del pueblo mexicano a lo mágico y
maravilloso.
Besos y abrazos
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