EL MISTERIOSO RUIDO DE LAS OLAS
Melilla 3 Junio de 2001
Querida hija: Rocío está de parranda
con sus amigas, María con su padre, Bruno con mirada lánguida y
ladriditos me pide calle. Aunque es noche cerrada accedo y bajamos a pasear por
la playa donde él, la encarnación de la alegría, corre que pierde el rabo
corriendo tras los objetos que le arrojo lejos.
También a mí me resulta puro placer pasear por la orilla del mar,
¿razones? muchas, empezando porque al caminar alegremente los médicos lo
comparan a una píldora mágica para la salud, y tan cierto es que claramente se
nota que el corazón tranquilo y satisfecho palpita a ritmo de reloj suizo.
Ciertamente corretear descalzo por la arena húmeda cuando el sol ya ha
emprendido graciosa huida y todo ha quedado oscuro y silencioso, sintiendo la
caricia de la brisa marina, escuchando el misterioso ruido del oleaje y
contemplar las luces que semejantes a diamantes se reflejan en el agua no
supone únicamente momentos de paz y
tranquilidad, es algo más, es sentir la extraña e inefable sensación de algo
así como si los susurros de las olas nos quisieran descubrir los misterios del
mar.
A esas horas, rodeado del profundo misterio de la noche, la playa
umbría y callada es el escenario ideal para contemplar mejor la bóveda celeste,
que es como abrir una puerta hacia la magia y el arcano que Dios en su suprema
superioridad ha ordenado poner ahí, y ante la cual uno se siente un microbio
viviendo en un grano de arena.
Somos un profundo misterio, nuestro origen, según se asegura, está
ligado directamente a los astros, somos
polvo de estrella, somos hijos de las estrellas. Del cielo surgió la materia
que somos, a partir de su energía y en el momento que se dieron las condiciones
necesarias se crearon esas ínfimas partículas, átomos, moléculas y células que
constituyen nuestro cuerpo.
Y aquí pongo punto en boca porque me estoy liando. Pero, hija, no
tanto que no pueda asegurar que Melilla no es Cornón. Bueno, lo que realmente
quiero decir es que su firmamento no es aquella magna fiesta de estrellas
titilantes y citilantes, aunque sí lo bastante maravillosa para lograr que
estreche más los lazos con el cielo.
Besos
y abrazos
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