EL
MORMÓN DE UTAH
Melilla 23-05-2001
Querida hija y buena esposa: Hoy que la estabilidad
matrimonial en un valor caduco, en época que nadie desea tener hijos, que la
convivencia resulta tan difícil que la gente se casa y se descasa como
descosidos, en el momento que se baten
todos los record de violencia doméstica – no pasa día sin que un macho ibérico
dé matarile a su conyuga- aparece en escena un mormón gringo, de Utah, con cinco esposas, cuatro de ellas en estado
de buena esperanza, y una nube de hijos, 29 vivitos y coleando, como lo
oyes, bastantes y suficientes para
montar un colegio y una guardería al mismo tiempo, y a este increíble padre de familia hay quien quiere colocarlo en la sombra
durante 25 años nada menos.
Me permito manifestar mi parecer, que no es otro que
este hombre tan peculiar me cae simpático. Si dar con una buena esposa siempre
es un hallazgo maravilloso, saberse rodear de cinco leales compañeras,
agradables y alegres que viven en paz y
armoniosamente roza casi el milagro.
Falla el sentido común por
todo lo alto a los sinvergüenzas, porque poca vergüenza hay que tener para
llevar a cabo el sobrecogedor hecho de dejar cinco viudas y, con los que
están en camino, treinta y tres
huérfanos. Ni de coña, vamos. Hay que hacer algo, cualquier cosa, lo que sea
para evitar que estas buenas personas que
gozan de la bendición de un matrimonio feliz venga algún desaprensivo
–que qué se tendrá que decir a sí mismo para justificarse con su conciencia- y
lo escogoncie todo.
Lo que se impone es erigirle
un monumento a la paternidad por haber puesto la natalidad por las nubes, y
proclamado héroe ejemplar llevarlo por el mundo pronunciando conferencias en
las que explicotee como llegar a ser un esposo ideal y un gran padre.
Seguramente a este prolífero padre y extraordinario
esposo no le faltarán emociones. Imagino lo que será llegar cada tarde a su casa,
con tan numerosa prole a repartir besos a diestro y siniestro, preguntando
interesado por la marcha del colé a éste, al otro, al otro, al otro, al otro y
al de más allá; de qué memorión privilegiado ha de gozar para nombrarlos a
todos. Y en el otro plano, una esposa embarazada de tres meses, otra de seis,
la tercera salida de cuenta y la cuarta ¡ya!, gritos, dolores, carreras... Ha
de vivir con el santoral en la mano para no repetir los nombres.
El mundo está lleno de vida y de gente que
quiere gozarla y no la dejan. ¿Qué
pasará? No quiero perderme el espectáculo.
Besitos y abrazotes de tu padre
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