Querido Yayo Félix. Bonita esta carta, aunque sintiéndolo mucho y en
los tiempos que vivimos, lo que “celebramos con gran regocijo” es empanzarnos
como globos y meternos en demasiados gastos sin recordar siquiera en honor a
quien lo hacemos.
Pese a las dificultades por las que atraviesa el mundo, nadie (pocos)
conciben una Navidad de unión alegría y buenos deseos con intención de
cumplirlos.
Tú ahora ya sabes cómo se vive la Navidad al lado de ese Jesús en el
que tan férreamente creías. ¿Es como pensabas o dista mucho la realidad de la
fantasía?
Feliz Navidad de corazón.
Marisa Pérez Muñoz
LA
FUERZA DE LA ALEGRÍA
Valladolid-25-12-2001
Queridos
hijos: Celebramos hoy con gran regocijo el nacimiento de Jesús que vino al
mundo fundamentalmente para hacer del alma y del corazón de cada hombre un nido
de amor al prójimo y dar a la vida un sentido de paz y alegría, por
que a poco que fijemos en la vida de la persona de Jesús descubrimos que era la
fuerza de la alegría. Salvo los tres días que duró la pasión, el resto del
tiempo siempre se mostraba alegre y divertido.
En
su infancia jugar como cualquier otro niño de su edad, incluso, aunque por
supuesto no tirase a dar, como nos ha gustado a todos apedrear a los gatos por
las callejas de Belén. Y ya adulto, viajando, conociendo gente, comiendo,
bebiendo y predicando mensajes de amor y tolerancia, porque Él fue todo amor,
justicia y alegría, como lo demuestra el hecho de que su primer milagro no fue
la curación de un lisiado, ni la resurrección de un muerto, ni la expulsión de
un demonio. El primer milagro la alegre y divertida conversión del agua en
vino, un vino tan bueno que hubiera sido pecado no beberlo. Y lo hizo -es lo
más probable- para demostrar que en ser feliz, en alegrarse y participar de una
fiesta no está nada mal. Es más, para hacernos saber que Dios esta más presente
cuando estamos juntos, somos amigos y estamos contentos.
Hay quienes dicen que Jesucristo fue un
extraterrestre, y no les falta razón, pero no porque aterrizase entre nosotros
procedente de otro planeta, sino porque descendió de lo alto para hacer saber
que la fe mueve montañas; que merece la pena reverenciar el milagro de la vida;
que el mayor éxito de este mundo es ser feliz y cooperar en la alegría de los
demás, porque este es el camino seguro para alcanzar la eterna e infinita
felicidad.
Hijos,
otra cosa que enseñó fue a confiar en que Dios siempre está ahí para ayudarnos,
aunque a veces tengamos la sensación de que sucede lo contrario.
Besos y abrazos
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