LA MANO ABIERTA Y VACÍA ES LA MÁS
LLENA
Valladolid, 16 de Diciembre del
2001
Q
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ueridos hijos: Mi dedito malo es
el índice de la mano derecha, ahí me duele, que tontería ¿no? Pues bien, este
incordio reumático me ha puesto a considerar la maravilla que son las manos, no
únicamente en lo tocante a manipular los objetos, sino por su capacidad
expresiva, después de la boca son las que mejor explican nuestros sentimientos
e intenciones. Sin ir más lejos, ahora mismo escribiendo la carta demuestro la
capacidad de mis manos para manifestar mis pensamientos.
Todos sabemos que las manos abiertas
son señal de amistad, generosidad, colaboración y concordia; cerrar el puño es
manifestación de agresividad y crispación, de fuerza bruta, de bronca, de estar
dispuesto a organizar un zipizape, dar signos de enemistad, de astucia y
codicia… Saludamos amable y cortésmente tendiendo la mano hacia delante para
que sea estrechada amistosamente. Es decir que abrimos y ofrecemos nuestra mano
en señal de conciliación, como extender una bandera de paz, puesto que crea
lazos de entendimiento y simpatía en nuestro entorno. Dicho todo de una vez, la
mano abierta significa ofrecimiento, y generosidad, estar dispuestas a
colaborar, estar llenas de buenas intenciones. Dice el refrán: “La mano abierta
y vacía es la más llena”. Por si fuera poco la capacidad de las manos para
expresar sentimientos e intenciones, cumple aún una misión fabulosa: para
crecer y vivir sanos, necesitamos tocar y ser tocados con afecto. No son
necesarias como el pan y el agua las manifestaciones de cariño, de sentirnos
queridos, y las caricias son la mejor respuesta, tocar con ternura otra piel,
el roce amistoso es una necesidad emocional que tiene efectos mágicos: dan
salud y alegría. Ahora comprenderéis la razón de haberme vuelto besucón.
Las madres saben perfectamente que los
bebes necesitan tanto como ser bien cuidados, las expresiones de amor,
hablándoles y tocándoles, palabritas dulces y mil caricias.
Existe otro peque-gran detalle: un dedo
no hace mano, ni una golondrina verano, pero con la ausencia del rechoncho dedo
pulgar la maravillosidad que son las manos dejarían de serlo radicalmente. Para
comprobarlo no es preciso otra cosa que intentar llevar a cabo alguna actividad
sin su cooperación y se caerá en la cuenta de la enorme dificultad que
encierra, por ejemplo, estrechar la mano de un amigo, tomar el boli para
escribir, enhebrar una aguja, usar las tijeras, dar cuerda al reloj…
Así pues, hijos, al saludar hacerlo con
la mano bien abierta, manifestando a través de ella que sois magníficas y
honradas personas.
Besos y abrazos
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