Querido yayo Félix. En esta época en que parece que
finalmente matamos a la gallina de los huevos de oro que tú describes; seguimos
pagando a precios fuera de órbita por todo ¡¡Y lo que te rondaré morena!!
Al final desgranas el hipotético precio de un par de
zapatos; añadido a todo ese desglose ahora se nos cobra por respirar frente al
escaparate donde se exhiben y al final, sólo nos podemos llevar a casa el
recuerdo de lo que nos hubiera gustado comprarnos ese par de zapatos, pero nos
consolamos pensando: “Mejor, así no me apretarán”.
Besazos guapísimo y que sigas tan “resilientemente”
animoso… ¡¡o más!!
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Valladolid 8 Noviembre de 2001
Queridos hijos: Hace unos días oí
distraídamente en un programa radiofónico,
un comentario sobre lo pasmosamente caros que resultan los banquetes de
boda. De momento no le di mayor importancia al tema, pero posteriormente quedé
reflexionando sobre el asunto, y con el menú de un restaurante de moda en la
mano, y como aficionado a las artes del paladar que acude a diario a la plaza,
cuento con bastante y sobrada información para asegurar que al menú que sirven
le inflan con el escandalosa 1000 o 1500%, si no es que más. O sea que a la
hora de abonar la factura no es precisamente un momento para sentir un
estremecimiento de regocijo, ni para tirar cohetes.
Para
los dueños del restaurante estas comilitonas nupciales son auténticas gallinas
de oro, mismamente como si hubieran descubierto un tesoro a los pies del arco
iris. Que explique quien pueda el hecho incomprensible de pagar precios en
grado sumo exagerados sin decir ni pío.
A otros que también les acompaña el éxito
y se están forrando son los hoteleros. Quienes en los meses de Julio y Agosto
corren felices a gozar la satisfacción que producen los días de descanso
chamuscándose al sol, re sol y más sol, regresan de sus vacaciones con un
regusto amargo en la boca y la bolsa vacía, pues con los precios por las nubes
es como quemar el dinero, que se va como el humo. Las habitaciones las alquilan
a precio de oro, pero no, con ser lo que es, sin embargo, no es lo peor, lo
peor es que desde que el cliente pisa la recepción del establecimiento le
exprimen al máximo cobrando como extra por todo lo que hace: por el desayuno,
por la caja fuerte, por usar el aparcamiento del hotel, un café aguado a precio
inmoderado, por mirar el mar, por una sombrilla y la hamaca; si usan el
teléfono de la habitación te dan un sablazo de no te menees, si abres el
minibar, piénsalo antes si quieres evitar un sablazo; lavar o planchar una
camisa es más caro que comprarla nueva, y si te cortas el pelo resulta más
gravoso que traer a tu peluquero de siempre a gastos pagados...
Comentaban en chufla los tertulianos de la
radio que no imaginaban cómo sería el mundo si aplicaran los demás negocios
la formula tan curiosa y arbitraria que
tiene la hostelería de cobrar por
todo, porque por esa regla de tres comprarse unos zapatos supondría pagar más
caro en temporada alta y además soltar la tela por ellos y por sentarse para
probarlos, por usar el calzador, por conseguir que el dependiente los saque de
la trastienda, por pisar la alfombra, por usar el espejo, por la caja de
cartón, por el palito que llevan dentro, por la bolsa y por el papel que separa
los zapatos. Una ruina a la que habría que añadir los cordones, que serian
extra.
Besos y
abrazos. Félix
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se tan educado en tus comentarios como quieres que lo sean contigo