Querido
yayo Félix. Esta carta escrita en julio de 2001, me da pie a hacer mi comentario
y cambiar el título original por el de “Mi doctora y yo”.
Vas
mejorcito pero aun no tienes fuerzas para escribir tu carta diaria. Tranquilo
que todo se andará.
Ya sé que has
visitado brevemente el “hospi” y has tenido la suerte de ser atendido por una
doctora a la que sólo le faltaban las alas para ser un ángel ¿Estás seguro?
¿Has mirado bien?
Que un profesional haga a la perfección
su trabajo no es mérito, es obligación y si ese profesional es doctor, la
obligación debería llegar más allá y casi siempre se queda más acá, por eso
cuando además de médico es humano, ya no va más.
Afortunadamente esta doctora además de
profesional, ha sido humana. Te ha tratado con todo el amor del mundo y además
ha sabido ponerte el correcto tratamiento que te ayudará a superar el bajón
emocional que has sufrido al verte pochito y sin fuerzas y no entender por qué.
Sé
que te agradará que además de haberle dado tú personalmente las gracias por su
forma maravillosa de tratarte, desde aquí también se las dé públicamente en nombre de tus
hijos –que también se las dieron en persona- por haberte mostrado tanto cariño y haberte
levantado el ánimo dando acertadamente en la diana con ese tratamiento que va a
curarte más rápidamente. Pili me cuenta que esta doctora te asistió como si estuviera
mimando a su propio padre ¡ahí es nada!
Cierto
que ya eres mayor y para la edad no hay medicina; no existen pastillas que quiten
años; pero sí para que un hombre valiente y fuerte como tú, tenga ganas de
seguir con sus paseos, sus visitas al centro de amiguetes añosos y sus ganas de
continuar escribiendo preciosas cartas e incluso recopilar esas riquísimas
recetas de cocina que espero degustar junto a ti en casa de Pili; tu hija para
la que escribiste la siguiente carta agradecido con tu doctor de cabecera.
Cuando
la escribiste quizás lo estabas y durante años lo estuviste, pero claro, sólo
necesitabas recetas y eso, si me dan el nombre, hasta yo podría hacerlo, pero
este señor no supo estar atento cuando tu cuerpo comenzó a dar señales de que
algo no iba bien y en vez de mirar tu anatomía, se fijó en tu edad y decidió que a
tus años, todo era normal.
Quizás
el proceso de tu problema hubiera sido idéntico, pero si te hubiera puesto
tanta atención como lo hizo ayer la doctora, vete a saber si hubieras sufrido
mucho menos al ponerte un tratamiento adecuado mucho antes.
Publico
la carta de hace 11 años largos intuyendo que si tuvieras fuerzas suficientes
le habrías escrito a tu doctora palabras hermosas y a ese doctor como mínimo
tirones de orejas para que no se aferre a la edad de un paciente y emplee sus
conocimientos en algo más que lucir una bata blanca parapetado tras amplia
sonrisa… Eso también lo sé hacer yo que no estudié medicina ni gano su sueldo. Por eso a este doctor le diría que si no es competente, deje su puesto para quien sí lo es.
Para nuestros fieles lectores (que son
muchos), les envío un fuerte beso y a ti, te mando mi ración diaria de cariño suavecito
para no abrumarte, pero intenso y con medicina para que te despachuches
rapidito.
Te quiero guapo.
Marisa Pérez Muñoz
MI MÉDICO Y YO
Valladolid-17- de Julio de 2001
Querida hija:
Hoy he acudido
al médico, simplemente a por medicación, pero como me trata y me mantiene
estupendamente de salud, he aprovechado para elogiar con todas la sinceridad
del mundo su éxito y su logro, porque tengo bien observado que los médicos
también son seres humanos y basta una palabras de gratitud para provocar una
reacción de alegría capaz de aumentar su
interés y generosidad como la capacidad para resolver problemas. Y es que, sin
duda alguna, la gente cuando está contenta es más lista.
Se dice, con
certeza, que en la salud influye decididamente el humor del doctor al margen de
sus conocimientos y valía profesional, el médico es mejor médico si es feliz y
está contento, pues trata mejor a sus pacientes y los diagnostica más rápida y
certeramente. Esto es algo que a poco que uno se fije lo nota muy claramente.
Por consiguiente, y en definitiva, lo que importa es que nuestro médico tenga
alto y alegre el ánimo. Yo, por ello, trato de ser su amigo, mostrándome
agradecido.
El éxito de la relación médico-paciente digamos que tiene mucho de
algo así como de arte, pero también es una técnica que se basa en detalles que
pueden parecer nimios, pero que no lo son tanto. Yo lo tengo muy en cuenta y así
actúo, creo que es lo correcto, solamente es cosa de ponerse a considerar que a
veces, no pocas, tienen que tomar decisiones difíciles.
Besos y abrazos de tu padre
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