Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 6 de diciembre de 2013

PECADOS DE LA NIÑEZ




Querido tío Paulino: Llamas maldades a lo que a mi modo de ver son simples travesuras de niño muy pequeño que no tenía otra cosa con la que entretenerse que no fuera todo lo que le rodeaba; que siendo mucho, no era la inmensidad que rodea a un crío de nuestra época (y me refiero sobre todo a los niños que como, los de esta España nuestra, viven en la opulencia material e inmaterial.
Por mucho que te empeñes, no logro imaginarte como un niño “pecadoso” ni siquiera venialmente.
Si de todas formas, lo fuiste –pese a que yo no te lo vea- has resarcido con creces la penitencia que hubieras merecido por tus “maldades infantiles”.

Te mando una montonera de besos y abrazos que habrás de repartir en forma de oraciones para todos aquellos que nos esperan con los brazos abiertos hasta que nos llegue el momento de reunirnos con ellos.

Para nuestros queridos Yayos Félix y Antonio  todo mi amor y el deseo de dulces y maravillosos sueños

PECADOS DE LA NIÑEZ 03-12-2013
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Querida Familia: Siguiendo mis primeros recuerdos de la niñez me vienen a la mente algunas de mis maldades:
La primera tenía yo unos dos años y no la recuerdo; me la contaba mi madre con lujo de detalles: yo tenía una calentura de 40 grados y mi madre me tapaba con varias mantas porque si me enfriaba, decía que me moría.
La casa tenía dos pisos: el de abajo era para las vacas, la habitación de arriba para la familia, el piso (suelo) era de tablas;  tenía un nudo que se había caído y por el agujerito se veían las vacas, teníamos dos vacas y nuestros padres nos las habían dado (asignado) a mi hermano y a mí para que las cuidáramos mejor y con cariño, una a cada uno, la de Félix era grandota      y parda y se llamaba “La Chata", la mía pequeña, blanca y negra como suiza y daba más leche se llamaba “La Lista".
Un día en que me dejó mi madre solo un ratito en que se fue a la cocina, yo aproveché para bajarme de la cama y estaba en el agujerito, al entrar mi madre se asustó y me gritó ¡hijo te vas a morir! yo le contesté: " estoy meando a la vaca de Filix para que no crezca”… Seguro yo tenía envidia porque era más grande que la mía.


Otra maldad que bien recuerdo: tenía yo 4 años me enfrenté a mi padre, cerré los puños y me puse en actitud de pelea, bien recuerdo que me dijo: "sólo eso le faltaba a este mocoso si esto haces ahora, que harás de mayor" y fue él, el que me pegó a mí, creo fue la única vez que me pegó.

Otro recuerdo que no me olvido, tenía yo 6 o 7 años, estábamos varios chavales de la misma edad y uno "  Manolo " tal vez más espabilao que yo, me dijo algo que me enfureció, se me subió la sangre a la cabeza, cerré los puños y le di un puñetazo con toda mi alma y precisamente en el ojo, que se le puso todo morado. Rápido su madre se fue a llevar la queja a la mía, para que me diera una paliza con un palo, pues cuando me pegaba con la mano, le dolía más a ella.  Mi madre cogió un buen palo y a buscarme. Yo me había escondido debajo de la leña que amontonaban delante de mi casa para el invierno, como no me podía encontrar le dijo a Félix: “busca a Paulino que no le encontramos”. Yo  estaba agachadito como una rata, pero ése rápido me vio y mi madre con el  palo en alto para sacudirme me dice:
-“¿Por qué le pegaste?
- Es que me insultó
- ¿Pues qué te dijo?
Ante la presión tuve que confesar: -
- Es que me dijo que usted me "había parido".
Bajó el palo y se fue pensativa, ni me regañó, yo creo se sintió algo culpable de no explicarnos nada, pero aprendí, cuando me decían eso, yo les contestaba: “y a ti la tuya".
Con ese muchacho seguimos amigos, gracias a Dios como dicen: " no llegó la sangre al rio"

Otro pecado frustrado: a mí como a todos los chavales de mi época, me gustaba robar peras había cerca del cementerio antiguo de Guardo, un cerco lleno de perales cargados de perucos que de sólo verles se hacía la boca agua.
Un día que no había guarda ni nadie me veía, observé bien la tapia que era alta; agarrándome por los huecos de las piedras, logré subirme y agarrarme de una piedra de arriba, pero con tan mala suerte que estaba despegada y se vino conmigo al suelo y no tuvo otro lugar mejor para caer que mi delicada cabeza. Sangraba bastante y me fui llorando a casa; sólo estaban Félix y Evangelina; Félix sin hacer caso  de la escasez de azúcar, me puso bastante que se me caía por  los ojos y yo aprovechaba para chuparla. Se me quitó la sangre  y el dolor y  Evangelina la “aprovechada”, también se endulzaba los labios.
Como podemos ver,  Félix tenía    vocación de enfermero. Cuando vino mi madre  creo que ni se dio cuenta.

De los muchos que tengo contaré la última de mis  malas aventuras:
Por aquellos años anteriores de la guerra del 36, todo el mundo sólo hablaba de guerras que iban a venir y claro los chavales vivíamos con intensidad el deseo de hacernos la guerra.
En Guardo había dos barrios: el barrio Barruelo situado en la parte arriba del pueblo, donde nosotros vivíamos cerca del monte, y el barrio La Fuente, toda la parte de abajo. Allí hay una fuente  de  4 caños que todavía existe.
Pues bien, los chavales preadolescentes de ambos barrios se juntaron   y planearon una guerra, barrio contra barrio, pusieron condiciones muy duras, señalaron día y hora en que   comenzaba la guerra; a los chavalinos no nos admitían, pues era cosa de tirarse piedras a matar. Esto sucedía   cada 8 días
A mí me fascinaba la guerra y cada día que había guerra era pleito con mi hermano que corría por una y otra calle hasta que lo perdía y yo me quedaba llorando con los mocos fuera.
La ocasión fue cuando un día que había cine y le tocaba a él cuidar los jatos, me pidió que yo los cuidara por él, pero yo le puse la condición que me llevara a la guerra.
Poco duró mi batalla, pronto salí herido, venía  "una bala" (una piedra) yo la veía venir con la boca abierta y en vez de capearla, me quedé viéndola y ¡"PLAS"! me dio en la frente.
Como sangraba bastante y la casa estaba cerca, me llevó y mi madre nos dio una buena regañada. Él se escapó otra vez a la guerra y enojado contra el enemigo por lo que me había pasado a mí.
Cuando mi hermano  llegó dentro del monte, cogieron a un enemigo y acostumbraban a amarrarle hasta que lo encontraran los suyos pues no se podían ir a casa si faltaba alguno, pero en esta ocasión, entre Félix y otros dos, lo llevaron monte a dentro como una hora y en un árbol junto a un barranco profundo lo amarraron bien para que no se pudiera soltar porque se caía al barranco y se mataba. Le taparon bien la boca con trapos para que no pudiera gritar y se fueron; los compañeros de él al ver que faltaba y como no se podían ir sin él, hasta que con pena se tuvieron que ir.
Casi a media noche los padres ya preocupados y con miedo que algún lobo se encargara de él, -pues allí abundan- fueron por las  casas a buscar a Félix y al resto de sus compañeros.
Félix que ya estaba bien dormido, pues arriba y casi a la una de la mañana todos a busca al “prisionero” pero le habían amarrado en un monte tan intrincado que ya ni ellos sabían dónde.
Gracias a que había buena luna, por fin ya casi de madrugada dieron con él sano salvo y llorando. Como podemos comprender, los padres enojadísimos…

Y hasta aquí se acabó la guerra. Pronto empezaría otra verdaderamente más terrible.

                 Vuestro tío el burrete que las quiere mucho.  
Paulino

sábado, 30 de noviembre de 2013

FIESTA ONOMÁSTICA



Querida Cuata: Quisiera poder regalarte uno solo de sus besos o un minuto a su lado pero como bien sabemos, los imposibles no son posibles por muy buena intención que le pongamos.
He pensado que te gustaría compartir con nosotros esta carta que tu apasito lindo te escribió tal día como hoy en 2001.

Como siempre, es tan actual que podría haber sido escrita hace media hora no más.
Hoy veras el más hermoso amanecer y escucharás cómo te canta “Las Mañanitas” y tendrás nuevamente su sonrisa especialmente para ti; su mirada para ti, sus caricias para ti, y con solo cerrar los ojos sentirás su beso y su fuerte abrazo.
Esta noche la estrella brillará más que nunca para desearte Felicidades y que cumplas muchos más.

Feliz cumpleaños cuata guapa.
Y a ti, mi viejito gruñón y adorable, te envío mi más grande cariño para que se lo entregues a mi padre y te quedes con la porción que desees.
Dulces sueños.

Marisa Pérez Muñoz
Fiesta onomástica

Valladolid, 30 de Noviembre de 2001

Querida hija María del Pilar: Mi ferviente deseo para el día de tu fiesta onomástica es que resulte pródiga en acontecimientos emocionantes y lo pases guáys del Paraguáys, feliz como las golondrinas revoloteando y chillando locas de alegría  en torno a la torre de la iglesia de Cornón. Pero, hija, aún hay más, mucho más.
Para que en este día especial tu gozo sea completo te lo voy a decir todo de una vez: eres una magnífica hija, guapa, lista, simpática, generosa, vistes y calzas con elegancia, dotada de sensibilidad cocineril, pero la verdad no se ha de ocultar, se ha de decir, tu excelente cocina aún está a un nivel muy por debajo del mío. De tus sopas de ajo a las mías, por poner un ejemplo, hay un abismo, o dos.
Bien, pero así como digo una cosa, digo otra: satisfecho por entero y feliz por tu modo y manera de ser me voy a volcar contigo obsequiándote imaginativamente con un presente maravilloso.
Mira, verás, apretando a fondo el acelerador de mi fantasía he tenido despierto un sueño de grandeza: transmutado en fabuloso mago con poderes para realizar prodigios he convertido en realidad una utopía: ideo y creo en tu honor la más portentosa flor que jamás haya existido, la reina de las flores, hija de un sietecolores y una mariposa arco iris, un surtidor de colores fascinantes entremezclados y cambiantes según las horas del día. Los pétalos son finos filamentos semejantes a la cabellera de una reina que el viento peina y despeina para esparcir sus embriagadores colores inmarchitables, que son varios y también cambiantes. Según quien los huela percibirá una diferente y suave fragancia. La asombrosa flor no tiene nombre, bautízala tú. ¿Estás contenta?
Hija, no únicamente hoy, el resto de tus días seas perfectamente feliz

domingo, 24 de noviembre de 2013

CRITICA A "EL MARCAPÁGINAS"



Querido yayo Félix. Parece que fue ayer y hace más de seis años que leíste mi entonces  recién publicada primera novela “El Marcapáginas”.

Recibí ilusionadísima tu crítica porque sabía que sería lo más sincera que podría esperar. Tu opinión siempre fue muy importante para mí, y aunque pudiera o no, estar totalmente de acuerdo con ella, siempre me quedaba con lo más importante que de nuestras conversaciones resultase.

Nunca fuiste dado a regalar el oído; más bien al contrario, gustabas de lanzar darditos irónicos que mal entendidos incluso podrían molestar… Te aseguro que molesta mucho más no poder escuchártelos ahora; aunque te aseguro que si cierro los ojos y pienso muy fuerte en ti, puedo escuchar tu voz, tu risa y tu acento con fino toque al México que adoraste.

La crítica a mi segunda novela “La Madrastra”, la degusté a tu lado y fue tan magnífica como la que nos ocupa en esta tu carta que hoy publico.

Gracias por tus críticas, por tus ironías, por tus enseñanzas y sobre todo por tu enorme cariño. Recíproco, como bien sabes.

No olvides entregar a mi padre el amor que siempre te envío para él.

Dulces sueños mis queridosy añorados viejitos.



Marisa Pérez





CRÍTICA A “EL MARCAPÁGINAS”



Valladolid, 6 de septiembre de 2007



Queridísima Marisa, señora guapa, simpaticona e inteligente:



Oye, que he prestado tus libros a mi santa esposa, y ésta a una amiga, y las dos se muestran encantadas. Dicen que sirven perfectamente para argumento de una novela televisiva de éxito.

Estoy  plenamente de acuerdo, pero ¡ojo! Vamos a ver, aunque tu hija haya visto en mí a un abuelillo majete y tú a un padre “adoptivo” y seáis para mí una nieta y otra hija más, ambas maravillosas y a quienes quiero en sumo grado, bastante más que la trucha al trucho; más, mucho más que el escarabajo a la escarabaja.

¿Estarás contenta, no? Bien, pero no olvides quién soy, un criticón compulsivo incapaz de resistir la tentación de chismorrear sobre tus escritos, por supuesto, por delante el mucho cariño y estimación que me mereces, sumado al sincero deseo de ayudar, y a la evidente advertencia de que soy de Cornón y los cornitos estamos más para recibir que para dar consejos.

         Señora escribidora, pues eso, que yo también estoy enfrascado en la lectura de “El Marcapáginas”, pasándolo bien con el modo y manera con que creas y afrontas relaciones familiares, complicados conflictos existenciales, laberintos mentales y afectivos y todo esa cadena de peripecias y notables coincidencias en que involucras a tus protagonistas. Eres realista y por añadidura se te da de fábula montar diálogos y tus personajes están todo el rato güiri güiri, lero lero, que si timba que si mandinga, esto es, largando cantidad por la boquita; más o menos el ochenta por ciento del libro son diálogos, y aunque bien llevados, a veces pueden agobiar un poco.

         Marisa, corazón; exmillonaria, exgritona, lo fácil para mi es el elogio, los aplausos, pero como digo, la confianza, la muchísima confianza amistosa, -sin que tampoco quiera exceso de confianza-, me autoriza a chincharte un poco con comentarios y sugerencias, planteando, por ejemplo, que quizá ... Bueno, entendámonos, no creo que encuentres mucha sensatez en mi razonamiento, pero como tú vales mucho, muchacha, y sabes poner todo el corazón en poner las cosas bien y superarte, juzgarás si tal vez merezca la pena que en tus próximos libros eches a volar la fantasía, que es los ojos del alma, te metas en la mente de la gente y dejándolos solos con sus pensamientos, como si dijéramos que existe una complicación interior, la de la conciencia, permitas que fluya a sus labios y se desplayen echando fuera sentimientos, reflexiones, emociones...

Más propondría, sembrar los escritos, aquí y allá, de anécdotas, metáforas, historias, frases ingeniosas, razonamientos, etcétera, etcétera.

         Resumiendo: que lo principal, lo mejor, lo interesante no ocurra sólo fuera abriendo mucho la boquita, que también cuenten los monólogos íntimos para dar a la lectura más variedad, amenidad e intríngulis.

         Estupenda amiga Marisa, fervientemente te deseo con todos los tuyos, salud, suerte y felicidad.

viernes, 22 de noviembre de 2013

ALEGRE MANERA DE EMPEZAR EL DÍA



Querido yayo Félix: No puedo estar más de acuerdo contigo, pues aunque soy poco contempladora de amaneceres, sí lo soy de atardeceres y puestas de sol maravillosas como las que podemos disfrutar cada día; mucho más en otoño.

Ningún director de cine, fotógrafo o diseñador, es capaz no ya de igualar, si no de plasmar con verdadero realismo lo que el cielo nos regala cada día con sus antojadas nubes coloreadas por el sol; ni un día igualado a otro.

Ahora tienes la suerte de disfrutar todos los amaneceres desde un lugar privilegiado. Estoy segura que tú eres artífice y diseñador de ese espectáculo maravilloso para que cada día nos acordemos de ti. Gracias, pero no es necesario porque eres inolvidable.

Ahora me despido hasta la próxima enviándote un gran abrazo para que se lo entregues mi padre, y le pidas que te de otro de gran intensidad que yo le envío para ti.

Dulces sueños a los dos yayos más rechulos y guapísimos.


Marisa Pérez


ALEGRE MANERA DE EMPEZAR EL DÍA

 Valladolid, 25 de Noviembre de 2001
Queridos hijos: He hablado con Rocío y ha mencionado al sol y al mar, lo que me ha refrescado la memoria respecto a que siempre he sido un apasionado contemplador de amaneceres sobre el mar.
Aún recuerdo vivamente la primera vez. Era joven y viajaba en tren, de Valencia a Barcelona, con mi madre visitando a mis hermanos.
Al paso por Tarragona yo dormía y la autora de mis días me despertó para que no me perdiera la espectacular y emocionante salida del sol sobre el Mediterráneo. También contemplé espectaculares nacimientos del día viajando en barco hacia México; desde Acapulco en el Pacífico, y más recientemente en Melilla, que me  tiraba de la cama aún oscurecido para contemplar desde  el perfecto mirador de la casa de Rocío  frente al mar la salida del sol.
El espectáculo es, a mi entender,  una de las maneras más alegres  y saludables de empezar una jornada. Ser testigo presencial de cómo tiene lugar el nacimiento de un nuevo día permite contagiarse de esa magia especial que irradian  las primeras horas de la mañana, en las que se van  borrando  las estrellas del cielo, la oscuridad se desvanece para dar, poco a poco, paso a la luz.
         Contemplando el amanecer siente uno como que la vida es más alegre y menos conflictiva. Los primeros rayos de luz  hacen que algo se renueva en el cuerpo por dentro y por fuera. La amplia gama de colores que se despliegan ante tus ojos con la llegada del Astro Rey es -me atrevo a decir- una terapia natural que agradece la piel y la vista.
         Dicen los expertos, y cierto ha de ser, que también ejercen acción beneficiosa sobre las células cerebrales, removiendo las neuronas, produciendo  marcada sensación de bienestar.
         Hijos, ser contemplador del día es comprobar en cierta medida que los milagros existen y son cosa de cada día si se mantienen bien abiertos los ojos para percatarse de ello. Y sobre todo, aún a mí ya mayorcito, me hace ilusionarme y fantasear con la idea de que todavía me quedan días por delante para disfrutarlos.
         Besos y abrazos.