Hoy comenzamos
a publicar las cartas que como gotitas de rocío irán llegando de puño y tecla
de Paulino Alonso; el querido hermano octogenario de nuestro añorado yayo Félix.
Me consta que un
poquito de mi empeño ha tenido algo que ver en esta decisión de plasmar sus
recuerdos para ser compartidos en forma de carta; de enviárnoslas periódicamente y ser publicarlas felizmente por esta
empeñona amante de escribir, y de leer, sobretodo cartas con vivencias tan
intensas y hermosas como lo fueron las de estos dos hermanos que presumo de lo
mucho que me quisieron –y en el caso de Paulino lo hará muchos años más-.
Si Félix fue
“mi padre adoptivo” por cariño y simpatía, ahora Paulino es con título impreso
en el corazón mi “tío adoptivo”.
Él, ha
demostrado ser mucho más “mi tío” que algunos que lo son por sangre -o tras
firmas en vicaría con mis consanguíneas
tías-.
Gracias a mi cuatita Pili he encontrado a este
tío adorable y doy gracias al Dios al que sirve por habérmelo regalado; porque
desde el otro lado del mundo y con visiones tan diferentes de la vida, nos
queremos y respetamos en idéntica medida. Ojala se pudiera hacer el trueque:
cambiaría a un par de mis “verdaderos” tíos por ser sobrina de Paulino sin
lugar a dudas; porque él me quiere como soy, sin trabas, intentos de
manipulación, ni imposiciones absurdas.
Este hombre de
Dios y pastor de los más desfavorecidos desde hace muchos años va a contarnos
en estas cartas sus vivencias como misionero allende los mares.
En ocasiones
he manifestado mi poca o nula simpatía por muchos sacerdotes o monjas que
probadamente han contravenido gravísimamente la ley del Dios que predican. Sin
embargo tengo buenas amistades entre ellos; excepciones que confirman la regla
de que no toda la curia es como muchos que ensucian los “hábitos” con sólo
vestirlos.
De antemano se
que Milagros –religiosa- será seguidora acérrima de estas cartas que publicaré
en nombre de Paulino; porque ya lo es de este Blog del Yayo Félix y de alguno
de los míos.
Dura, muy dura
experiencia nos cuenta Paulino en esta carta que he titulado “El precio de ser
inteligente”. Bienvenidos queridos lectores a este nueva etapa del “Blog del
Yayo Félix”; etapa en la que intercalaré cartas de los dos hermanos. Se que a
Paulino le hace feliz la idea, y estoy segura que el yayo Félix, estaría
encantado con ella.
Marisa Pérez
Muñoz
EL PRECIO DE SER INTELIGENTE
(México D.F) a 07 de Agosto
de 2013
Mis queridísimas Peque y precios@s sobrin@s tod@s: Dios es Amor, eso lo sabemos todos, y quiere
que nosotros nos amemos,
pero...fallamos.
Comienzo a deciros, que por
los años 1980 al 92 yo estaba de Párroco en un pueblito llamado Zacapa,
en Honduras, tenía 4 municipios y 40 aldeas todas enmontañadas y muchas con
caminos de bestias; las mulas eran las más seguras porque si fallaban un paso
casi en vertical hubiéramos caíamos 500 metros a lo profundo del barranco.
Yo vivía con las mejores de
mis ilusiones de Misionero, eso lo había soñado toda mi vida, pero era
imposible poder atender yo sólo a tantos lugares donde la mula tardaba hasta 6
horas de noche, y con tanto precipicio, al llegar sentía lo que se siente
cuando uno camina mucho y aprisa o como
cuando se navegaba muchos días en barco cuando el mar está revuelto: que
todo le da vueltas a uno, casi no se puede caminar.
En esas circunstancias y
después de mucho pensar, empecé a formar una comunidad de laicos, como una
docena para que me ayudara a Misionar la Parroquia, 5 eran puertorriqueños y 7
de Honduras: de esto les hablaré en otra ocasión.
Unos eran casados y otr@s solter@s; entre las solteras de
Puerto Rico una joven se llamaba Enid, y entre las casadas de Honduras una
señora llamada Lala; esta mujer bastante rústica tenía 3 hijos y una niña
tiernita de meses; cada hijo era de un
padre y ni ella sabía de quien era cada uno, pero era una mujer con grandes
ganas de conocer y servir a Dios y eso me ilusionó y me la traje a la comunidad
desde Tegucigalpa.
A la Comunidad la pusimos: _CO_munidad M_isionera PA_sionista DE SE_glares
abreviado dice: COMPADESE.
En ese tiempo yo había hecho
dos máquinas de hacer bloques para ayudar a la gente y para que aprendieran,
pero esa gente, por razones que les iré explicando, no querían trabajar, así
que yo aprendí y la enseñé a Lala que trabajaba como dos hombres; la acomodé en
la bloquera y la pagaba por lo que hacía, así que trabajaba hasta de
noche, los niños mayores solos se divertían, la tiernita siempre la tenía
algo cerca, por si lloraba. Yo seguido iba a verla y siempre me cogía a la niña
que feliz se iba conmigo, así que cuando me veía estaba feliz.
Como no estaba bautizada
escogió de madrina a la otra joven misionera y la puso su mismo nombre: Enid. La
niña era preciosa y no daba guerra cuando tenía la pancita llena, pero cuando
tenía hambre daba unos berridos que alborotaba al pueblo: era tragona.
Un día me pidió Lala que se
la cuidara, tenía algo que hacer. Se vino conmigo tan feliz como acostumbraba
pero como la mamá tardaba le empezó a dar hambre y se pensó que yo era como su
mamá y empezó a tirar de mi camisa y tira y tira y empuja por aquí y por allí
hasta que me desabrochó, yo le dejaba haber que hacía, se fue a mamar y cuando vio
aquello tan pequeño, tan duro con tanto pelo y todo tan feo, puso una cara, no
se si de espanto, de susto o de extrañeza, me miraba a mí haber si era yo,
volvía a mirar allí y repetía las miradas. Afortunadamente en ese momento llegó
la mamá y ahí si se dio gusto; sin mirar a nada chupaba con placer, cuando ya
estaba medio llena sin soltar la llave que le llevaba el mejor alimento del
mundo, me miraba de reojo como diciendo esto sí está rico, no como tú, la mamá
ni se dio cuenta. Es la primera vez que lo cuento.
Esa niña, mi preciosa Enid, fue
creciendo y creciendo; empezó a ir
a la escuela y salió de esas niñas
superdotadas, desde tierna era la primera de la clase. Lala, tenía más
tiempo; como pertenecía a “COMPADESE” comía con la comunidad y los domingos
hacía un apostolado acomodado a su forma de ser, pero del todo maravilloso que
a mí me transformó hasta la fecha.
En un aspecto cambió mi vida
en entender algunos dichos de Jesús, que yo entendía superficialmente. Agradezco
a Lala haberme enseñado esas cosas: es la ciencia de la gente sencilla, pero este
es tema en algún momento trataremos.
Ella en lo material tenía un
buen ahorro, muy de ella, pues trabajaba como dos hombres. En el año 1992 me
trasladaron a San Salvador y ella se fue a su pueblito a 350 Km, al sur de
Zacapade: Tegucigalpa. A 50 Km más al sur metió a Enid en la escuela del
pueblito y allí había unos niños listos que siempre sacaban los primeros
puestos pero como Enid era superdotada, desde que ella llegó era ella la del
primer lugar, entonces ella tenía 11 años, los muchachos entre 10 y 12 años,
les empezó a dar envidia y se pusieron de acuerdo, no se cómo la convencieron
que se fuera detrás de la escuela donde había árboles y muchas piedras; al
llegar allí empezaron a tirarle piedras hasta dejarla muerta, después la
taparon con piedras y se fueron tranquilos, claro pronto se supo todo.
Esa fue una noticia nacional
por periódicos y medios de comunicación, fue un crimen que conmovió a Honduras.
A mi me dolió en el alma, poco más supe de Lala. Desde el cielo, Enid rezará
por ellos.
Comenzaba la época de los
crímenes que tanto dolor siguen dando a tantos inocentes.
Vuestro cuñado y tío que las ama mucho...
El burrete Paulino