Querido yayo Félix, tú ahora si
sabes lo que suponías.
Dulces sueños.
Marisa Pérez
ALMA INMORTAL
Valladolid 6 Octubre de 2001
Queridos
hijos: Haberlo, haylos, porque ayer mismo, sin ir más lejos, choqué con una de
esas personas que creen a pies juntillas que el alma es un ente seco, mortal y
que muerto el perro se acabó la rabia. Pero aún hay más, no sólo niega la
inmortalidad del alma y la existencia de otra vida mejor después de éste, sino
que se muestra encantado con ello. Hablando en plata, no querer otra vida que
esta de aquí parece el más pendejo de los materialismos.
El
que alguien no crea que haya Dios, ni que el alma sea inmortal, pues bien,
vale, muy libre de pensarlo; pero que no quiera que haya Dios ni que el alma
sea inmortal es absolutamente bobo. Que alguien no crea en otra vida lo
comprendo, porque yo mismo tengo mis dudas, no lo tengo tan claro como que tres
más dos suman cinco, pero que le proporcione alegría, algo tan profundamente
triste y descorazonador no lo comprende
ni es más tontuco. No cabe en el coco de
nadie no desear una vida trascendente a
no ser que tenga vacía la cabeza, ¿Es
posible maravillosidad mayor que un Más
Allá eterno y felicísimo?
Mejorar
las condiciones económicas de la gente, pues
estupendo; que no haya pobres ni ricos, mejor imposible; que con un moderado trabajo se cubran necesidades y todos a vivir como
personas, bien, pero que muy bien, pero qué sería de nosotros si la única
aspiración fuese vivir acomodadamente, sin otro horizonte que comer y
divertirse, o de aturdirse, porque no sería otra cosa, y la gente terminaría de morir de tristeza y si nos faltase esa
especie de inextinguible sed de
eternidad, esa íntima inquietud del alma
, ese apetito de infinidad y de perpetuidad.
No
es sólo la creencia en un cielo o un infierno, es algo más. No sé, pero, hijos, yo deseo desde lo más profundo de mi ser que vuestras vidas tengan un fin
superior.